, para los que se hagan una idea los que no estuvieron y para refrescar la memoria de los que sí.
No pongo la de los sucesos ni de los lugares mas pequeños, ya que los que no vinieron no es probable que los hayan visto.
El camino hacia Viogre
El sendero, señalizado por un viejo cartel de madera con “HACIA VIOGRE” inscrito en humano, es un pequeño camino de tierra blanda del ancho justo de una carreta que se adentra en la espesura del bosque. Entre las copas de los árboles, podéis ver que a vuestra izquierda se encuentra un monte de importantes dimensiones, cubierto por más vegetación. A veces el camino se encuentra también con un riachuelo que transcurre a vuestra derecha (). Tras media hora de marcha, torcéis un recodo descubriendo una galería de árboles que rodea el camino en un largo tramo recto. A la izquierda, donde empieza la inclinación del monte que visteis antes, veis los sangrientos trozos de una oveja entera dispuestos en un montón.
La villa de Viogre
Cuando torcéis una esquina del sendero que rodea el río, veis ante vosotros una cristalina laguna que se extiende aproximadamente 500 yardas hacia el sur, bañada por los primeros rayos de sol del alba que despunta a vuestra izquierda. A lo lejos, en la orilla opuesta, sobre una posición ligeramente más elevada y rodeada de boscosidad veis una agrupación de unas 50 casas. Tomando el sendero que rodea la laguna por su orilla oriental, os acercáis a la aldea, cuyas gentes están ya comenzando con sus tareas diarias. Un desvencijado cartel a la entrada del pueblo reza “VIOGRE – 151 hab.”; frente a vosotros se encuentra el núcleo urbano, formado por unas 30 o 40 casas, y entre las cuales despunta el torreón de una iglesia; en el linde del pueblo, a vuestra izquierda, hay un par de pequeños huertos, y a vuestra derecha, en el borde del lago hay un humilde puerto con tres embarcaciones y un pescador solitario. El aroma a pan recién hecho y leña quemada inunda el ambiente.
La vieja academia
Al fondo del pueblo, junto a lo que parece ser una carpintería, veis una vieja mansión construida en madera, de aspecto descuidado. Los portones, encabezados por un decrépito blasón, están firmemente cerrados y las ventanas parecen apuntaladas por dentro... se diría que está el edificio está en desuso. No veis a nadie, pero aún es de mañana. (PAUSA) De pronto, escucháis un chirrido, y véis una de las hojas del portón se ha abierto levemente. Al penetrar en el interior, os viene un tremendo olor a cerrado y a viejo. Desde donde estáis, hay un pasillo con puertas a los lados que lleva a una sala más amplia... todo esta cubierto de una capa de polvo de dos dedos de grosor y el pasillo está lleno de capas de telaraña. La luz del exterior entra a duras penas através de los tablones de las ventanas, y escucháis pequeñas criaturas correteando asustadas.
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